viernes, 11 de julio de 2025

Que cante la lluvia

La mañana llegó con lluvia menudita y fresca, como el rocío en la madrugada. Su canto, apenas oíble, reanima de golpe a un conocido mío… un bohemio poeta que gusta en dormitar plácidamente, en una de las bancas de madera del parque que se encuentra a cuadra y media de mi casa. Siempre lo encuentro allí, con su vieja gabardina descolorida y esa sonrisa que parece guardada para los amaneceres lloviznosos.

Viéndolo desperezarse, con una abierta sonrisa que le ilumina el rostro, lo saludo preguntando: —¿Qué esperas que pase hoy, soñador amigo?

Y a media voz, con los ojos brillándole como si reflejaran el brillo húmedo de las hojas, contesta con un deseo muy propio de él, que cree tener alma de agua: —Que siga así. Que no deje de cantar la lluvia. Solo eso. Que la vida siga tejiendo su melodía en cada gota.

Sentí una punzada de envidia sana por esa simpleza suya, por esa capacidad de encontrar la felicidad en el susurro del agua, mientras yo me apresuraba a mis propios quehaceres. Me sonrió una vez más, y volvió a cerrar los ojos, como absorbiendo cada nota de ese concierto matutino; al mismo tiempo la ciudad a su alrededor, apenas comenzaba a despertar.

ISABEL
11/07/25

jueves, 10 de julio de 2025

Isabel, Isabel

Como en ardiente oración
dicen mi nombre tus labios.
Tus labios que son
pasión,
panal de miel sin resabios.
 
Porque en tu voz, dulce
amante,
Isabel es esplendente,
es caricia palpitante,
poema, ruego ferviente.
 
Dices Isabel y siento
Tu latir en mi latido.
y un hondo
estremecimiento
me recorre conmovido.
 
Ay, cariño, te lo ruego,
di mi nombre que convoca
a consumirme en el fuego,
de tu amor y de tu boca.
 
ISABEL
10/07/25 

martes, 8 de julio de 2025

Sin rumbo

El amor huyó.
¿Quién conoce su rumbo?
Me ha privado
del piar gozoso en los
atardeceres,
y del descanso sereno
de las madrugadas.
 
Pero sé que lo encontraré.
Vendrá a mí…
Saldrá a mi encuentro
y yo, con mis alas recuperadas, recibiré
su tibieza
y comenzaré de nuevo.
 
Otra vez volveré a soñar…
 
ISABEL
8/07/25

jueves, 19 de junio de 2025

Mira tú

Mira tú lo que son las cosas:
los besos que no te di ayer,
hoy son flores
y mariposas al viento.
 
Y las frases de pasión
que te escribí
en algún poema,
el viento las difunde,
las canta el cenzontle,
y las musita el colibrí
llevándolas lejos… para ti.
 
Mira tú lo que son las cosas…
 
ISABEL
19/06/25

domingo, 15 de junio de 2025

Eco de fantasías

Soledad,
percibo tu voz en mi cabeza,
bendiciendo mis fantasías
cual si fueran realidades.
 
¿Sabes?
No son más que ilusiones
que anhelaron ser flores.
Corolas ya deshojadas
que guardan el sutil aroma
de un recuerdo.
 
Y los marchitos pétalos
transmutan en mariposas.
Revolotean insaciables,
en torno a mis rosas.
 
¡Ah, soledad!
Si, como yo, vislumbraras,
de mi mente anochecida
saldrías sin demora,
para ver la luz viva
de mis fantasías.
 
ISABEL
15/06/25

sábado, 14 de junio de 2025

El poema inconcluso

El poema, aún dormido,
asoma a mi trasnoche,
se sirve un humeante café
y enciende el monitor.
 
Se revisa.
Entre sorbos de cafeína
y el susurrar del silencio,
une sus últimos fragmentos
al canto que el amor le dicta.
 
Y el poema se concluye,
como el café de su taza.
Satisfecho y completo,
suelta los versos al viento.
 
¡Se echa a volar!
 
ISABEL
14/06/25

jueves, 12 de junio de 2025

Con el sabor de mi sueño

La noche de anoche, me soñé en esta casa con don Alex, mi compañero, con mis tres hijos (entonces pequeños) y con Sócrates, nuestro perro.
 
Desperté con el sabor agridulce de mi sueño y con fuerte dolor de ausencias, dolor que conozco bien y que sólo el “analgésico” de la escritura, me tranquiliza. Así que, escribo… Y recuerdo.
 
Recuerdo aquellos tiempos. Yo, era aún joven y animosa. Estaba casada con un hombre bueno, honesto, culto, enfermo y pobre, de pobreza casi franciscana. Pero la escasez de dinero no apagó mi deseo de ser buena esposa, una ama de casa bien administrada. Y la mejor de las madres.
 
Por supuesto, tenía mi lista de  propósitos personales. Quedaron en el tintero. Primero había que atender a mi familia. Y mantener aseada esta casa que habitamos en obra negra, esa tarea  me agotaba. Aun así, sabía lo afortunados que éramos de tener vivienda propia.  Dejar de pagar renta nos beneficiaba a todos..
 
Bueno… Lo anterior, es historia vieja. La nueva comenzó al faltar mi marido. Luego, los hijos fueron tomando las riendas de sus vidas y llegó la soledad a mi morada. Aclaro: no me asusta vivir sola.
 
La casa ha envejecido conmigo, pero sigue en pie, ofreciéndome su abrigo y ecos de risas, de juegos, de pasos, de apapachos… Y de la esencia de lo ya vivido. Cada uno de sus rincones guarda historias y susurros de los buenos momentos, de cuando la habitaba la familia completa, de cuando éramos un puñito de amor. Ahora, en la quietud de sus muros encuentro la fortaleza para seguir, con gratitud, por lo aprendido y curiosidad, por lo que pueda aprender mañana.
 
ISABEL
12/06/25